Una marea negra, dolorosa y silenciosa tomó algunas de las principales calles de Cancún, en una marcha pacífica que superó las expectativas de los propios organizadores.
Formado por miles de residentes de todas edades y clases sociales, el contingente vestido de negro abrumó el asfalto, mientras en sus manos sostenían los rostros de los 43 normalistas desaparecidos en Guerrero desde el pasado 26 de septiembre.
El silencio sepulcral hacía sentir que la masa de gente era una procesión fúnebre, la más grande que ha visto Cancún en sus 40 años de historia.
“Me dueles México”, rezaba uno de los carteles que sostenía un pequeño, mientras en un pequeño rincón una joven con un ukulele cantaba canciones de vida y esperanza.
Las familias se hicieron sentir y expresaron el dolor, no solo por los 43, sino por los miles de muertos y desaparecidos y al unisonó claman: justicia y paz social.
(Y) gracias
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