"Destruí tantas vidas"
Testimonio de vida
Texto y foto: Carlos Matus
Hasta hace 8 meses, “Chuy” se dedicaba a la venta de marihuana y la cocaína en las escuelas, declarado alcohólico y drogadicto, dejó que su vida se hundiera en el más profundo de sus abismos; no le importaba dañar a los que lo rodeaban, fueran amigos o familiares, ni tampoco la escuela; a sus 11 años, Chuy destruyó tantas vidas que con el paso de los meses se ha dado cuenta del error de sus decisiones.
“Chuy” ahora tiene 13 años, de tez morena clara, sus oscuros ojos han perdido la inocencia de un niño y han dado paso al vacío desconcertante de un adulto; se encuentra en un lugar lejos de su hogar, y es aquí, en Cancún, donde ha aprendido a ver que su vida sigue, aun después de todo el daño que hizo y aprendió a perdonarse.
"Comencé a tomar cerveza porque lo veía en la gente que llegaba a mi casa, ahí me ofrecieron a tomar, y lo acepte, al principio no me gusto, pero me aguante y seguí tomando", comentó con la mirada dirigida al piso Chuy, mientras juega con sus manos nervioso.
Apenas tenía 11 años cuando comenzó a tomar y al poco tiempo el alcohol lo llevo al mundo de las drogas. "Fueron mis hermanos los que me dieron un porro de marihuana, al principio no me querían dar, pero les insistí; me gustó más pues lo sentí suave a comparación del alcohol", comentó de manera sincera.
Todo llegó de manera paulatina a la vida de” Chuy”, primero consumió marihuana, luego roca, cocaína y sin darse cuenta ya se encontraba vendiendo drogas en la escuela. Sin tentarse el corazón, dañaba a los que fueron sus amigos y compañeros con tal de obtener dinero y más sustancias.
"Era al que temían en la escuela, todos me respetaban y yo lo sentía bien; en mi casa me molestaban mucho, me decían que yo era hijo adoptado y cuando me entere de que era cierto, me molestó mucho. Vivía enojado con todos, y me refugie en las drogas" disparó las palabras mientras con sus manos trazaba extrañas formas sobre la mesa, si mirada se tensó, y la inocencia del niño dio paso al rencor de un hombre.
A “Chuy” aun le duele hablar de estas cosas, en cambió prefiere platicar de caricaturas que antes veía, de futbol, de esas tardes donde se la pasaba corriendo en el campo en su pequeño pueblo enclavado en la sierra de Tabasco.
Ahora lleva más de ocho meses alejado de las adicciones, su padre, adicto en rehabilitación, lo trajo al centro 24 horas de Alcohólicos Anónimos de Cancún, donde ha podido recuperar parte de su vida, a valorar las oportunidades que su edad le permite tener. Sus planes son regresar a la escuela y algún día poder ser arquitecto. "He destruido tantas vidas que ahora siento que debo de construir algo", comentó levantando la mirada y esbozando una sutil sonrisa.
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